Ellos son un alegre grupo de mutantes, al menos cuando el director no está y se acabó el trabajo. Han recibido una tarea —tramar una “precuela” que satisfaga a los fanáticos de la serie X-Men y atraiga a nuevos seguidores a los cines— y, a unos pocos días del estreno mundial, piensan que lo han logrado.
Gran parte del reparto de X-Men: First Class se congregó recientemente en Londres para hablar de la película en una mesa redonda que se centró en el reto de crear una vida temprana creíble para personajes ya interpretados en cuatro películas exitosas por maestros como Patrick Stewart e Ian McKellen.
Esta vez, actores mucho más jóvenes interpretan a los mutantes en sus años formativos, durante los años 60, cuando aún descubrían sus poderes especiales que les separaban del resto de la humanidad. Como resultado, X-Men: First Class, que se estrena mañana, está llena de crisis de identidad, con los mutantes batallando con el dilema central: controlar las diferencias para ser aceptados por la humanidad, o celebrar lo que les hace únicos, sin importar las consecuencias.
En lugar de McKellen y Stewart en los papeles clave de Magneto y el Profesor X; están Michael Fassbender y James McAvoy, que comienzan como aliados pero terminan como enemigos. Lo más cercano a una estrella en la película es el veterano Kevin Bacon, que tiene el papel del mutante villano Sebastian Shaw.
Fassbender, un actor de antecedentes alemanes e irlandeses, dijo que no se sintió atado por las interpretaciones previas de Magneto, incluso si su enfoque no atrae a los fanáticos de las películas anteriores, que convirtieron las viejas historietas de Marvel en una lucrativa franquicia de cine a partir de 2000.
“Pienso que todos sabemos que existe un enorme seguimiento y queremos que les guste [a los fans]“, dijo el actor, visto en Inglourious Basterds. “Ellos son la audiencia inmediata a la que nos dirigimos, pero pienso que debe haber también una cierta falta de respeto por ellos, porque estamos tratando de crear algo nuevo. Uno trata de tomar decisiones que uno piensa puede justificar, y uno tiene que olvidarse de todo o no podrá tomar decisiones atrevidas. Y pienso que todos tomamos decisiones atrevidas y riesgos”.
McAvoy dijo que ello significa que el nuevo reparto tendrá la culpa si la película fracasa en las taquillas, una suerte que hundiría planes para otros dos capítulos previos y para la supervivencia de la franquicia por unos cuantos años. “Es intimidante, porque las cuatro películas previas [X-Men, X2: X-Men United, X-Men: The Last Stand y X-Men Origins: Wolverine] ganaron mucho dinero, así que a la gente les gustan los personajes lo suficiente como para ir a verlos al cine”, dijo McAvoy, visto en Wanted. “Si eso no resulta, tenemos toda la culpa”.
Dijo que su enfoque hacia el Profesor X fue mostrar lo diferente que era el personaje de joven, cuando apenas estaba descubriendo el alcance de sus poderes telepáticos. El director Matthew Vaughn (Kick Ass) había dejado bien claro al inicio del proceso que no quería que McAvoy y Fassbender simplemente interpretasen versiones jóvenes de Stewart y McKellen.
Ese decisión significó desarrollar una vida interna y antecedentes para los personajes, y mostrarles en el torbellino de la juventud, cuando sus personalidades aún están en formación.
Fassbender dijo que los fanáticos se identifican con la lucha de los mutantes por su identidad y por respeto. La nueva película muestra cómo los jóvenes mutantes se encuentran entre sí y establecen profundos lazos basados en el enorme alivio de no estar solos.
‘X-Men’ tiene nuevos alumnos
No hay comentarios:
Publicar un comentario